En muchas empresas familiares he escuchado la frase, "ese es un melón que todavía no quiero abrir".
 

En algunas ocasiones no lo quieren abrir por miedo, es decir, por falta de valentía.
 

En la mayoría de las ocasiones hacen bien no abrirlo porque los riesgos que estarían corriendo a nivel emocional serían enormes.
Por tanto, el "melón" debiera abrirlo alguien externo, objetivo y especialista.
 

Ejemplos prácticos:

 

  1. Confundir propiedad con capacidad profesional.

El director general y socio de una empresa familiar tiene un hermano que en su día cometieron el error de darle demasiadas participaciones de la empresa, e incluso lo hicieron administrador solidario.
 

Las joyas se heredan, las empresas no.
 

La capacidad profesional del hermano del director general era bastante limitada. A pesar de ello le fueron dando diferentes puestos de responsabilidad a lo largo del tiempo en la compañía. Y claro, fracasó en todos. Si a un pato le pides que trepe un árbol, pues tendrás problemas.
 

Cuando era jefe de sección se ponía el gorro de socio y administrador solidario, ninguneando al director de producción.
 

Este es un melón que no puedes esperar a abrir. Es algo muy grave.
 

Automáticamente está desautorizando al director de producción ante el resto de jefes de sección. Un protocolo familiar que se precie, catalogará este hecho como falta muy grave, y la persona en cuestión debiera de saber que ese hecho causa un grave perjuicio a la empresa, hasta el punto que debe de suponer el despido de la compañía.
 

El hermano, es decir, el director general, debe de tomar esa decisión, y el Consejo de Familia debe de respaldar dicha decisión.
 

Como en la mayoría de las empresas familiares no existen protocolos familiares en condiciones que prevean estas y otras muchas situaciones, el director general deberá de ponerse en manos de especialistas en consultoría de empresas familiares para que le ayuden a abordar dicha situación.
 

Ahora bien, la decisión nunca puede ser, "lo de mi hermano es un melón que ahora no quiero abrir".
 

Es un melón podre, a la vista está, basta con mirarlo, ya no necesitas ni tocarlo, ni mucho menos abrirlo. Y lo peor de todo, es que mientras no lo apartas del cesto está pudriendo el resto de melones. Y tu empresa es ese conjunto de melones.

 

2. Típico directivo de empresa familiar que trata de hacerse el imprescindible, reservando información valiosa, no compartiéndola con los demás.
 

Este comportamiento de no compartir dicho conocimiento puede ser muy dañino para la empresa. Por desgracia, hay accidentes fatales y si a esa persona le pasa algo decenas de personas pueden sufrir por ello, y no sólo a nivel personal, sino también en el ámbito profesional.
 

En las pymes familiares como suelen ser una familia, les cuesta abordar este tipo de situaciones.

De todas formas, estos son comportamientos intolerables en una organización.

Dichas personas están demostrando un compromiso nulo con la empresa.

Su compromiso es única y exclusivamente con ellos mismos.
 

Además, los mejores profesionales no suelen tener miedo a compartir su conocimiento.

Los que tienen miedo es precisamente porque no son buenos profesionales.
 

3. En una empresa familiar el padre gestionó el relevo generacional a su manera. Racionalmente lo hizo bien, pero emocionalmente lo hizo fatal.
 

Un padre que tenía 5 hijos nombró a su hijo del medio como gerente y administrador. Racionalmente acertó. Su hijo del medio demostró ser un gran gerente y administrador.
 

El problema fue la parte emocional. Su hermano mayor se sintió dejado de lado por parte de su padre, le guardó rencor por ello, y se dedicó a torpedear la gestión de su hermano.
 

El melón a abrir, en este caso, es afrontar el malestar del hermano mayor.
 

Ni el padre ni el hermano gerente son las personas adecuadas para hacerlo.
 

Es el momento de hacer las cosas como se debieran haber hecho desde un principio. Esto es, contratar a personas externas, objetivas y especialistas en relevo generacional.
 

Lo que está en juego no es poco. Es sorprendente ver como muchas familias juegan con patrimonios de millones de euros, y con la unión y la armonía familiar.
 

Una vez los cinco hijos, el padre y la madre, se reúnan con varias consultoras especializadas en pyme familiar, mínimo tres, decidirán a quién encomiendan planificar el relevo generacional.
 

Una consultora especializada en pymes familiares sabe realizar una valoración por competencias de cada uno de los hijos, o de al menos de los que se sientan capacitados y además quieren serlo.
 

Llegado el momento reunirá a la familia y les comunicará su decisión. Seguramente los especialistas en personas y talento de dicha consultora se inclinarán por el mismo, por el hijo mediano. Sin embargo, el riesgo emocional lo habrían gestionado mucho mejor.
 

En ese caso, el hermano mayor al haber dado su visto bueno a la contratación de la consultora, al ver que son grandes profesionales, que son objetivos, y que no tienen ningún tipo de vínculo emocional con ninguno de los hermanos, aceptará la decisión y, sobre todo, no guardará rencor ni a su padre ni a su hermano.
En todo caso se lo guardará a dichos profesionales o a dicha consultora.
 

Curiosamente, en este caso en concreto, cuando hablamos con el hermano mayor lo único que demandaba era ser escuchado, era ser tenido en cuenta, y en eso, precisamente, consiste un protocolo familiar.
 

Forma parte de las funciones de una Asamblea Familiar y del Consejo de Familia.
 

Existe un dicho en el mundo de la consultoría especializada en pymes familiares, y es que cuando una empresa familiar nos contrata, seguramente nos contrata por un motivo muy diferente al que pensamos por el que nos está contratando.
 

En muchos casos lo hacen porque saben que hay melones por abrir que ellos no deben de abrir por el riesgo emocional que conllevan, o porque tienen miedo de lo que pueda ocurrir.
 

La consultoría en gran medida sirve para eso, para que esos melones que sabes que debes de abrir, se abran de una vez por todas.
 

También sirve para que esas cosas que sabes que debes de hacer, desde hace mucho tiempo, de una vez por todas se hagan.
 

La consultoría en pyme familiar es empuje, es carácter y es valentía.
 

Ante una enfermedad grave no podemos andar con aspirinas, a veces, tenemos que dar una descarga eléctrica, hacer cirugía o proporcionar quimioterapia, porque sino perderemos al paciente.

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